sanginaria Admin
Mensajes : 87 Fecha de inscripción : 22/10/2009 Edad : 41 Localización : España
| Tema: Las 10 supersticiones más famosas Sáb Oct 24, 2009 2:31 pm | |
| El Amarillo
La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla.
En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios.
A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos.
El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.
Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abobinan también el color amarillo.
Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Jockey masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color.
Escaleras
Pasar por debajo de una escalera da mala suerte: elimina toda la posibilidad de casarse durante ese año.
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero.
Con respecto a las escaleras que unen dos pisos, se recomienda hacer el signo de la cruz al pisar el primer escalón para evitar un tropezón. Caerse por una escalera es de buen augurio si ocurre subiendo, pero un mal presagio si es bajando. Cuando a mitad de las escaleras se acuerda uno de que ha dejado olvidada alguna cosa, se recomienda primero subirlas todas y luego bajar por ella, para evitar la mala suerte.
Teniendo en cuenta su origen religioso no es raro que sea de buen presagio soñar que se sube una escalera y de mal agüero y contrariedades bajarla. Fuera del mundo de los sueños está considerado de buen augurio y signo de próxima boda caerte por la escalera si en ese momento la vas subiendo, y por el contrario de mal agüero y signo de asistencia a un funeral caerte si las estás bajando (dependiendo de la gravedad de la caída podría ser el propio: mucho cuidado).
La mala suerte de esta superstición se debe a que cuando la escalera se apoya contra la pared forma un triángulo, que la tradición popular identificó con el símbolo de la Santísima Trinidad. Antiguamente el pueblo llano pensaba que estaba prohibido pasar por debajo de este arco sagrado.
Otra versión plantea que este triángulo corresponde al que formó la escalera por la cual se bajó el cuerpo de Cristo con la Cruz y el suelo. Se decía que en este triángulo vivían la maldad y el diablo. En la Biblia, Génesis, 28, 12, se relata la visión de la escalera de Jacob, que se apoyaba sobre la tierra y tocaba con la cabeza en los cielos, y por la que subían y bajaban los ángeles de Dios. Es decir, un puente vivo entre la tierra y el mismísimo cielo, la figura de la comunión con Dios que los hombres buscan a través de la religión.
Una versión, algo menos religiosa del origen de esta superstición está en los antiguos métodos de pena de muerte: desde la crucifixión hasta la horca, tan recurrente en las películas del Oeste americano. Se suponía que con esa escalera se bajaban los cuerpos de los ajusticiados y no era de buen augurio.
Los Espejos
Romper un espejo da mala suerte. Esta creencia es común en todo Occidente cristiano, se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte. Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
Los factores económicos son también para algunos, el objeto de esta superstición. Los primeros espejos se fabrican en Venecia durante el siglo XV y estaban recubiertos por una lámina de plata. Eran muy caros, y las señoras para evitar que se rompieran, advertían a los criados que un espejo roto equivalía a siete años de mala suerte. Sin embargo, el sentido común popular aconseja en el refranero: Un espejo roto no admite más remedio que comprar otro. El mal agüero del espejo roto es que hay que comprar otro. Tampoco desaprovecha la ocasión el refranero para criticar a las mujeres que pierden el tiempo ante el espejo: Si mejorada tu casa quieres ver, rómpele el espejo a tu mujer.
El arte de la adivinación por medio del espejo se llama catoptromancia y se realiza mediante una persona que se mira fijamente hasta quedar hipnotizada, momento en el cual se le hacen todo tipo de preguntas. Originario de Persia es uno de los sistemas de adivinación más antiguos.
En Grecia, durante el siglo VI antes de Cristo, se llevaba a cabo con espejos de metal brillante, como el cobre, bronce, plata y oro. En la Edad Media y en la época moderna, se recurría a la ayuda de un niño o de una muchacha virgen, a quienes se le vendaban los ojos y se le colocaba delante o detrás, un espejo.
Pese a que estas prácticas adivinatorias fueron perseguidas por la Iglesia, las crónicas nos hablan de muchos reyes o príncipes que siguieron recurriendo a este método. Entre otros se cita al rey Enrique VII de Inglaterra o a Catalina de Médicis. En 1326, el papa Juan XXII amenazó con la excomunión a los que practicaban la catoptromancia, pues era una creencia muy extendida que los demonios encontraban a veces refugio en los espejos.
Durante el siglo pasado, en muchos pueblos se recurría a este método para desenmascarar al culpable de un robo, encontrar objetos perdidos y otros asuntos semejantes. El espejo corriente se sustituyó por el espejo consagrado, que se entronizaba en una altar y recibía bendiciones y oraciones y también por la bola de cristal, que en muchos casos se impuso sobre aquél.
Asno.
El asno y el burro, dos équidos muy cercanos al hombre, han sido utilizados para realizar las tareas más duras. La supersticiones relativas a estos animales están relacionadas con pronósticos y agüeros.
Si el asno sacudía las orejas llovería muy pronto. Si se revolcaba en el polvo anunciaba buen tiempo y si andaba de través con las orejas levantadas indicaba lluvia.
Se cree que si el burro rebuzna pronostica lluvia. Se dice también que cuando ocurre un acontecimiento inesperado se dice que algún burro va a nacer.
Cerdo.
Desde tiempos muy remotos este animal doméstico ha tenido fama de ser impuro, por ello las supersticiones relacionadas con el cerdo son de signo negativo.
Se dice que cuando muere un cerdo, pronto caerá enfermo un miembro de la familia. Cuando un niño tenía paperas se creía que envolviéndolo en una sábana, llevándolo a las porquerizas y frotando su cabeza sobre el lomo de un cerdo la enfermedad pasaba del niño al animal.
A los marineros les traía mala suerte llevar carne de cerdo a bordo y si, en tierra firme, se encontraban un cerdo por el camino debían dar media vuelta y esperar un rato para embarcarse.
El cerdo y el jabalí ocupan un lugar de honor en la mitología céltica y algunas de la leyendas se han transformado en las supersticiones de hoy.
Se cree que las personas que comen cerebro de cerdo son incapaces de decir mentiras.
Conejo y liebre.
La liebre era considerado en la biblia como un animal impuro (Deuteronomio, 14, 7-, por lo que a partir de aquí si carácter es negativo para las supersticiones populares relaciondas con ella.
Si alguien encontraba una liebre en el camino era una señal de mal agüero: para contrarrestar la mala suerte había que dar la media vuelta y regresar a casa.
Comer carne de liebre trae mala suerte y es causa de abortos. En caso de no abortar, el niño dormiría con los ojos abiertos.
Si una embarazada se cruzaba con una liebre tenía que inclinarse y rasgarse la camisa si no quería que el niño naciera con un labio leporino. En caso de que pisara la madriguera de una liebre tenía que poner dos piedras dentro para evitar la misma desgracia.
En los países anglosajones la liebre era la representación de una divinidad relacionada con una importante festividad, pero la llegada del cristianismo sustituyó sutilmente a la liebre por el conejito de Pascua.
La pata de conejo o liebre, contrariamente a las connotaciones negativas del animal, se ha considerado un talismán de la buena suerte.
Se supone que la pata derecha de una liebre o conejo, llevada siempre en el bolsillo, es un buen amuleto contra el reumatismo y los calambres. También protege contra los encantamientos y da suerte en el juego.
Cordero.
El cordero ha significado desde la antigüedad la inocencia, el candor, la benignidad y la dulzura, siendo considerado apto para ser ofrecido en sacrificios (Éxodo, 12, 21-23). Las supersticiones le dotan de poderes curativos.
Su piel se utilizaba para curar diversas enfermedades: tifus y neumonía, reumatismo, sarampión, mordeduras de víboras... una vez utilizada la piel de cordero para una curación era costumbre enterrarla porque con ella se enterraba la enfermedad. El aliento de cordero estaba indicado contra la tos ferina.
Se cree que el encuentro con un rebaño de corderos trae buena suerte, especialmente si se rebasa pasando en medio del mismo.
Elefante.
El elefante es objeto de diversas supersticiones de signo favorable, para o cual la figura que lo representa debe tener la trompa levantada.
Para que una figura de elefante traiga buena suerte hay que colocarla de cara al interior de la casa, porque se supone que de esta forma introduce la buena suerte. Existe otra versión según la cual hay que colocar la figura de cara a la puerta de entrada, porque así recibe la buena suerte.
Erizos, topos y musarañas.
Los erizos son beneficiosos para el agricultor, pues tienen a raya numerosos insectos perjudiciales. A pesar de ello, eran perseguidos y exterminados con frecuencia debido a la curiosa creencia de que sorbían la leche de las vacas. Otra historia dice que robaban manzanas con sus "lomos espinosos".
Al topo se le suponen virtudes curativas contra diversas enfermedades. Se cree que contra los ataques son efectivas unas gotas de sangre de topo vivo, extraídas mediante un pinchazo de aguja, y diluídas en un vaso de agua.
Otra creencia sostiene que contra el bocio hay que despellejar un topo y poner la piel sobre la hinchazón. Contra el dolor de muelas, el reumatismo y la epilepsia se aconsejaba llevar como amuleto un saquito conteniendo las patas de un topo.
Trae buena suerte un monedero hecho con piel de tipo, porque así nunca faltará el dinero.
Encontrarse una musaraña, pequeño mamífero insectívoro, en el camino presagiaba mala suerte. como contrahechizo había que cruzar los pies.
Se creía que para curar el reumatismo había que llevar una musaraña muerta en el bolsillo. Tocando un animal doméstico enfermo (entiéndase ganado) con una musaraña muerta se le podía curar.
Gato... ¿negro?
En Egipto el gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse ocn los hombres y manifestarles su voluntad. Los gatos también eran momificados y todo aquel que se atrevía a matar un gato era acreedor de la pena de muerte.
En el siglo XII la Iglesia comenzó una persecución a los gatos, a los que consideraba símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas. Se alentó de tal forma esta persecuón que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos animales en las hogueras la noche de San Juan.
Se reivindicó la existencia de los gatos a partir del XVII debido a su habilidad para la caza de ratas, causantes de temibles y desoladoras plagas. Durante el siglo siguiente recuperó su prestigio y por su belleza sirvió como modelo para múltiples cuadros y esculturas..
La dualidad del gato como símbolo de la divinidad y de la representación demoníaca dio lugar a que en las supersticiones relacionadas con él se le considere representante de la mala o la buena suerte, según las circunstancias o lugar en que naciesen.
El gato negro puede traer buena o mala suerte dependiendo del lugar y la circunstancia de su encuentro: unos dicen que el gato negro es portador de mala suerte, mientras que otras creen que la mala suerte la trae el rojo.
Se dice que el vaticinio es nefasto si se cruza en el camino de una persona de derecha a izquierda. También que pierde este carácter de madad si tiene un lunar blanco en alguna parte del cuerpo.
En Europa y Norteamérica se considera que un gato negro trae buena suerte si camina hacia ti, pero si se aleja se lleva la suerte consigo. Lo mismo sucede si el gato se cruza de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, considerado de mal agüero.
Desde tiempos lejanos las madres deben tener los gatos alejados siempre de los bebés porque "sorben el aliento" del niño como los vampiros. Si observamos a los gatos cuando los tenemos en el regazo tienden a acercarse a la boca y husmear. No es difícil imaginar que, dado el miedo a las fuerzas tenebrosas, este gesto parecería un intento de sorber que podría poner en peligro a un niño, pues el gato le sorbería la vida.
Tocar Madera
La madera, como todo el mundo sabe, es esa parte sólida de los árboles que está debajo de la corteza y que tantas utilidades tiene. Las supersticiones relacionadas con ella suelen tener carácter positivo.
Tocar madera tiene su origen en la madera de la Santa Cruz y en la veneración de que ha sido objeto las reliquias de trozos de madera de ella. También se dice que el origen de la superstición se encuentra entre las costumbres paganas de los druidas y magos de otros tiempos, que recurrían a la madera como a una "toma de tierra" para las malas vibraciones. De esta última versión viene la exigencia de que cuando se toca madera ésta no debe tener "patas", es decir, que no valen ni mesas, ni sillas...
Se dice que cuando se menciona algo que se desea que suceda hay que tocar madera para qe efectivamente el deseo se realice y no ocurra nada que lo impida.
También se dice que cuando alguien se jacta de algo, por ejemplo "nunca me he roto un hueso", tiene que tocar madera inmediatamente para que continúe la buena suerte que hasta ese momento le ha acompañado. Cuando una persona hace gala de su buena estrella se cree que también debe tocar madera.
Cuando cruje la madera de una casa es una señal de muerte. Las vigas que crujen y las mesas que chirrían son presagios de desastres o muertes. Esto se puede extender también a las sillas: una vez me senté en una silla que chirrió y al rato estaba sentada en el suelo.
Se decía que traía buena suerte encontrar por la mañana a alguien con una pata de palo. No había que mirar hacia atrás y seguirlo con la vista porque entonces se tendría un disgusto.
Se cree que poseer objetos de madera perfumada es augurio de buena suerte.
Martes y 13
Si el número 13 por sí solo es considera de mal agüero es aún más fatídico si conincide en el calendario con el martes, según la tradición española, o con el viernes en el equivalente anglosajón.
El origen de la maldad atribuida al martes se debe a su asociación con el dio Marte, dios de la guerra que implica la muerte. La consideración del martes como día fatídico ha dado origen a varios refranes:
El martes, ni te casas ni en embarques. El martes ni gallina eches, ni hija cases. El martes ni hijo cases, ni cochino mates. En martes ni tela urdas,m ni hija casas, ni las lleves a confesar porque no dirán la verdad. El martes ni tu casa mudes, ni tu hija cases, ni tu ropa tajes. Al parecer cortarse las uñas en el aciago martes saldrán padrastros.
Los hijos nacidos en martes serán desgraciados, tendrán una vida corta y su ideal será la guerra.
La tradición anglosajona considera el viernes como día de mal fario por ser el día en que Cristo fue crucificado. La unión del viernes y el trece se ha popularizado en España como consecuencia de la serie de películas "Viernes 13" ("Friday the 13th").
En la tradición anglosajona del viernes, correspondiente a nuestro martes, da mala suerte cortarse las uñas y el pelo durante ese día.
Mírame fijamente a los ojos..
El mal de ojo: se suponía que algunas personas, brujas y hechiceras, especialmente si gozaban de alguna característica especial en los ojos, tenían el poder de causar enfermedades y desgracias con su mirada. se decía que los niños eran más propensos que los adultos a ser víctimas del mal de ojo. Es curioso citar aquí el famoso proceso de las brujas de Salem en el cual una de las procesadas, la señora Bishop, fue acusada de mirar de tal modo a las muchachas del lugar que se desploaban inmediatamente. Existen diversos remedios contra el mal de ojo: uno de ellos es el conocido gesto que se hace con el puño cerrado, sacando el dedo pulgar entre el índice y el corazón, diciendo al mismo tiempo:"taf tafio anaquendavit". La otra receta es escribir con azafrán, alcanfor y lágrimas del enfermo la palabra ABAYA en una escudilla de madera; se echa agua rosada en la escudilla y se da de beber al paciente víctima del mal de ojo. Así mismo hay multitud de remedios y amuletos que protegen del mal de ojo, como el ajo, los objetos de oro y plata, los pedazos de cuerno y las herraduras.
Paraguas
Nunca ha de abrirse un paraguas en el interior de la casa, ni siquiera en un recinto cerrado y tampoco en el vestíbulo o porche de cualquier lugar. Contravenir este precepto da rienda suelta a un mal que, en ocasiones, puede desencadenar la muerte. Esta superstición es relativamente reciente, puesto que los paraguas, como tales, no fueron introducidos en Europa hasta el siglo XVII.
Su simbología procede, no obstante de los parasoles orientales, símbolos de la realeza que dimana de la divinidad, y del palio. Desde ese ángulo, se interpretaba que usurpar la condición divina por medio del uso del paraguas o la sombrilla e interrumpir el itinerario del reino de la luz (el sol) contribuía a desairar a los dioses y sólo se permitía que, excepcionalmente, sustituyera al recinto personal de cobijo y protección (la casa) en las salidas al exterior.
Así, el abrir el paraguas en casa constituye una doble provocación: por un lado, a la dignidad de los dioses, y por otro, al libre curso del reino de la luz. Otra interpretación más racionalista pretende que esta superstición fue creada de forma artificial, en los orígenes de la implantación del paraguas en Europa, con el fin de evitar los posibles accidentes que los primeros y desprevenidos usuarios del armatoste provocaban al intentar abrir las primeras varillas, que eran metálicas.
No obstante la simbología oriental que establece una vinculación del paraguas (artefacto moderno) con las fuerzas, maléficas y benéficas, de la naturaleza persiste en nuestro país y, en esa línea el que abre un paraguas en día soleado ha de ser consciente de que está invocando, cual anónimo chamán, la lluvia.
Si el paraguas se nos cae, anuncia una decepción en el plano amoroso o de los negocios. En este caso, ha de ser siempre otra persona la que lo recoja del suelo para, de este modo, evitar el riesgo.
Si un paraguas abierto se usa de ventilador, girándolo y girándolo, espanta la suerte y si, impulsado por el viento, se vuelve hacia atrás, también. No se puede colocar un paraguas sobre la cama y tampoco sobre una mesa, aunque si alguien se le olvida en algún lugar extraño, es signo de que el destino le tiene reservada alguna sorpresa agradable.
La SAL
La sal es un elemento de la tierra, un compuesto de sodio que desde la antigüedad se ha considerado protectora frente a los maleficio y portadora de buena suerte. Puede que esta superstición esté relacionada con la importancia de la sal como conservante de alimentos (salazón...) Además la sal simboliza la alianza del hombre con la divinidad. Este último aspecto queda destacado en la Biblia (Lev. 2, 13).
Se cree que cuando hay sal en una casa siempre habrá dinero y si se echaba sal en los rincones de las cuadras el día primero de abril se evitaban las enfermedades del ganado.
Como amuleto la sal se utilizaba en rituales dibujando un círculo de sal alrededor de aquel que deseaba protegerse contra el diablo. Este círculo era llamado "círculo mágico".
Para contrarrestar el mal de ojo se bañaban en agua con sal las plantas de los pies y las palmas de la mano tres veces, se bebía tres sorbos del agua salda y después se echaba al fuego lo que quedaba de dicha agua.
Hay sin embargo un remedio para conjurar la mala suerte: echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo, porque de este modo se ciega al diablo y a los malos espíritus, o tirar agua por la ventana.
Era costumbre echar sal al fuego cuando entraba en casa una persona sospechosa de dedicarse a la hechicería. También se evitaban las visitas de alguien indeseable echando sal donde había estado, recogiéndola y quemándola después. Otro remedio utilizado era echar sal en el umbral después de su partida.
Se creía que poniendo un plato con sal debajo de la cama de un enfermo ésta absorbía el mal y protegía contra la enfermedad.
Para evitar que un niño sin bautizar fuera objeto de hechicerías se ataba a sus ropas un saquito con un poco de sal cuando se le ponía a dormir en su cuna.
Es de mal agüero derramar de forma involuntaria la sal o que se caiga un salero: el responsable de ese fatal descuido verterá tantas lágrimas como granos de sal se hayan desperdigado. Pretenden algunos que esta creencia procede de la Última Cena, en la que Cristo cometió tal torpeza.
El refranero nos lo dice: "Derramar el vino es buena señal, pero no la sal"; "Si se vierte el salero, faltará la razón, pero no el agüero"; "Verterse el vino es buen sino, derramarse la sal, mala señal".
Quién pisa la sal derramada tendrá disgustos y si se trata de alguien que va a casarse pronto, no cumplirá este propósito. Aquel que persiga quebrantar la felicidad de unos recién casados le basta con echar sal en el lecho nupcial.
Tijeras
Unas tijeras que descuidadamente han quedado apuntando a una persona indican que si ésta es una persona soltera, nunca va a casarse, y si es casada, que será objeto de infidelidad.
En cualquier caso, cuando unas tijeras caen al suelo, la persona a la que dirigen su punta está siendo señalada como víctima de un mal o desgracia inmediata.
Tradicionalmente las tijeras son atributo de Átropos, una de las tres Parcas (romanas) o Moiras (griegas), encargada de cortar el hilo de la vida.
Nunca se deben regalar tijeras, salvo que se de a cambio una moneda o se pinche previamente, de forma inocua, a la persona que es destinataria del regalo.
Pese a ser un elemento maléfico, las tijeras gozan, como otros utensilios, de una función dual y pueden servir en algunas ocasiones para cortar las energías negativas. Desde esa condición conjuran al mal de ojo y abiertas en cruz junto a una puerta, impiden la entrada de las brujas.
Es práctica habitual en la España meridional colocar unas tijeras junto al lecho de una mujer embarazada para aliviar los dolores propios del alumbramiento. Éstas han de formar, con ambas cuchillas, la forma de cruz.
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